Lobotomía cerebral: conoce su historia
La historia de la medicina está llena de avances importantísimas y providenciales para alcanzar el punto en el que estamos hoy, donde los seres humanos gozamos de una salud muy buena en general, la esperanza de vida ha aumentado muchísimo y hemos encontrado solución para la gran mayoría de enfermedades que sufrimos, o al menos una manera de contrarestarlas para llevar la vida más cómoda posible. Sin embargo, la historia de la medicina también está llena de prácticas absolutamente impensables hoy en día, que en su momento sirvieron para dar grandes avances científicos. Famosos son los casos de descubrimientos a nivel médico y también anatómico que se llevaron a cabo “gracias” a la terrible práctica de la tortura y la experimentación sobre humanos que se llevaba a cabo por parte de los nazis en la primera mitad del siglo XX. Es algo deleznable, pero siendo objetivos, aquello sirvió para adelantar varias décadas en el estudio del ser humano.
Prácticas que hoy en día serían vistas como algo salvaje y totalmente contrario a lo saludable, pero que en su momento supusieron un paso importantísimo para solventar ciertos problemas. Así ocurrió, por ejemplo, con las lobotomías y los enfermos mentales. Esta práctica, popularizada en la década de los años 40 en todo el mundo, generó ya en su momento bastante polémica por la forma en la que se trataba a los pacientes. Sin embargo, su aparente eficiencia hacía de ella una alternativa muy a tener en cuenta para todos aquellos que tenían a su cargo a un enfermo con un trastorno mental grave, como la esquizofrenia o la depresión severa. Estos enfermos suponían un “problema” para sus familiares y para las propias administraciones, que los mantenían en muchos casos hacinados en hospitales psiquiátricos donde eran sometidos a tortura y violencia física y psicológica. Entonces llegó la lobotomía, que prometía acabar con esos problemas de forma rápida, y todos confiaron en ella.
Qué es una lobotomía y para qué sirve
La lobotomía, conocida inicialmente como lobectomía, es un método quirúrgico mediante el cual de secciona o se elimina de forma parcial o total una parte del lóbulo cerebral. Esta parte del cerebro, conocida como materia blanca por poseer unas neuronas con extensiones más grandes para llegar más lejos, funciona como núcleo para muchas conexiones y emociones, y es también uno de los nodos centrales en los que más se extienden los problemas mentales más graves. A través de esta técnica se buscaba acabar no tanto con esos problemas, sino más bien con sus consecuencias más terribles, como las alucinaciones o la propia sensación de tristeza y desolación por un problema depresivo. A cambio, la persona lobotomizada quedaba marcada de por vida, y perdía parte de su personalidad y su potencial intelectual.
Efectividad de la lobotomía
La lobotomía nació como un experimento perpetrado por un médico portugués, Egas Moniz, quien llevó a cabo en 1936 una lobotomía a través de dos incisiones en la parte frontal del cráneo, inundando el lóbulo cerebral con alcohol para producir un daño irreparable a las neuronas, con el fin de terminar con los problemas que provocaban los trastornos graves en la persona asistida. La intervención sería posteriormente importada por médicos americanos y de todo el mundo, y se haría muy popular en los años 40, debido también a su efectividad. En realidad, el éxito de esta operación consistía en dañar el cerebro, provocando no solo que el trastorno y sus consecuencias se hicieran menos notorios, sino también borrando recuerdos en el paciente, así como buena parte de su capacidad intelectual. Básicamente se les convertía en autómatas, aunque tranquilos, eso sí, que para muchos era lo único que importaba.
Tipos de lobotomías
Hoy en día se conoce como lobotomía a cualquier cirugía que se lleve a cabo en los lóbulos frontales de nuestro cerebro, aunque hay distintas formas de referirse a ella, según si la zona afectada es el lóbulo frontal, parietal, etc… En su momento, esta cirugía solía llevarse a cabo a través de dos incisiones en el cráneo, pero posteriormente se aprovechó también un hueco entre el ojo y el cráneo para acceder a esa zona del cerebro. La forma más rudimentaria incluía también la operación a través de las fosas nasales. La leucotomía, base para las lobotomías posteriores, consistía en la sección de las conexiones neuronales del lóbulo prefrontal, a través de diversos cortes o de la utilización de sustancias químicas que eran tremendamente abrasivas con esa zona del cerebro.
Consecuencias de la lobotomía
El fin principal de este tipo de operación era conseguir que las consecuencias más nefastas de los problemas mentales graves, como la esquizofrenia o la depresión, disminuyeran de manera importante. Las alucinaciones y el comportamiento errático de estos enfermos suponía una gran complicación para sus cuidadores y familiares, así que una operación que evitaba que se comportasen así era vista como una gran alternativa. Aunque eso supusiese terminar con la personalidad de la persona operada y dañar de forma irreparable su cerebro, con la consecuencia del daño también a su capacidad intelectual. Aquellos que fueron sometidos a estas operaciones terminaban, en muchos casos, como enfermos autómatas que apenas eran capaces de articular palabra o de tener conversaciones coherentes.
Premio nobel en 1949
Visto desde la sociedad actual nos puede sorprender muchísimo que en su momento la gente abrazara con tanto ánimo este tipo de cirugías que desde luego son totalmente dañinas para los pacientes, por más efectivas que pudieran llegar a ser en su momento. Pero lo cierto es que en su época, la lobotomía era tomada como un gran avance científico. Tanto es así que en el año 1949, el médico portugués Antonio Egas Moniz, que había sido el precursor de esta técnica, consiguió llevarse el Premio Nobel de Medicina por su avance. Lo más curioso de todo es que pocos años después, la lobotomía caería en desgracia por el cambio de perspectiva de la sociedad, la muerte de algún paciente sometido a este método y sobre todo, la creación de psicofármacos que eran más efectivos y en apariencia menos dañinos para el paciente.